La Universidad Iberoamericana León recibió la visita del padre Juan Pablo Orozco Salazar S.J., quien por invitación del Mtro. Mario Alejandro Montemayor González S.J., responsable de Pastoral, acudió a compartir con alumnas y alumnos su experiencia en la misión de la La Arena, Chiapas.
El padre “Chore” –como es llamado de cariño– trabajó en el sureste mexicano con pueblos tzeltales, ch’oles y zoques. Ahora está próximo a viajar a Salamanca (España) donde realizará su Tercera Probación.
El jesuita se dice agradecido con Dios, con la vida y con la Compañía de Jesús por haberlo colocado en los pueblos indígenas con personas a quienes considera sus “amigos, maestros y compadres”.
Originario de Guadalajara, el padre “Chore” califica como un regalo “el poder hacerme uno con los pueblos, con las comunidades; incluso descubrí que tenía facilidad para los idiomas (…) Conocer sus historias, su idioma, es una ventana a su manera de ver el mundo, su cosmovisión. Habría mucho qué decir de estos diez años, y fue un proceso de ir aprendiendo a caminar con y desde los pueblos”, asegura.
En su visita, el padre participó en la clase Discernimiento y Sentido de Vida que imparte Montemayor González, ahí les compartió cómo ha ido encontrando sentido a su vida. También, fue invitado a participar en el programa de Radio Ibero León ‘Lo que tienes que decir’.
¿Cómo se sintió al convivir con las y los estudiantes de la Ibero León?
“Muy agradecido de poder compartir lo que he recibido como un regalo gratuito de los pobres en general, y en especifico de los pueblos indígenas: Sentido de comunidad”.
Desde su perspectiva, ¿qué escenario sería ideal para jóvenes indígenas que tienen la necesidad de migrar de sus comunidades?
“Lo ideal, a mi parecer, podría ser que los jóvenes sepan discernir qué es. Nosotros no podemos decidir por ellos. Si quieren migrar, está bien, pero que se queden con lo mejor de su cultura. Un poco a eso me refiero con el discernir, que cuando disciernes no solamente lo haces entre lo bueno y lo malo, sino entre lo bueno y lo mejor. Desearía que se puedan quedar con lo mejor de su cultura y con lo mejor de la cultura moderna que ya está encima, para mí eso es lo interesante y difícil, pero bello: Poder tomar lo mejor de ambos mundos, la sabiduría milenaria en general de sus abuelos y abuelas, con las ventajas y lo mejorcito que tenemos en nuestra cultura occidental (…)”.
¿En qué consistirá su viaje a España?
“Todos los jesuitas –sin excepción– hermanos y sacerdotes, hacemos algo que se le llama la Tercera Probación; entonces, ya me había tardado en hacerla. Los sacerdotes hacemos la Tercera Probación como a los tres o cuatro años de ser ordenados, yo ya tengo ocho años de ordenado y no lo había hecho porque estaba en la selva. Creo que no había reemplazo para mí. El provincial de los jesuitas me dijo: ‘Ya Chore, tienes que hacer la Tercer Probación’. Se puede hacer en distintos lugares, Puente Grande, Jalisco; en Bolivia; en Cuba, pero también está la opción de hacerlo en Salamanca, España. A mí me invitaron a que fuera a España. Se le conoce a la Tercera Probación como ‘La escuela de los afectos’, vemos distintas materias, cursos. Lo más importante, el corazón de la Tercera Probación, son los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola de un mes completo”.
¿Qué mensaje le gustaría enviar a la comunidad universitaria de la Ibero León?
“Invito a todas las personas que lean estas palabras a que salgan del área en la que se encuentran, como dice San Ignacio: Del propio amor, querer, interés; y que puedan interesarse por colaborar en la transformación de su entorno, sea en lo medioambiental, para los niños, migrantes, indígenas. Todos podemos hacer algo y me parece que allí es donde se encuentra la verdadera felicidad”.