La evolución de la gestión del agua o “lazo azul” –como la llama el Dr. Mario Edgar López Ramírez– no depende del desarrollo de mejores tecnologías, sino de un mejor pensamiento, transformar la manera en que la entendemos.
Esto fue planteado por el investigador del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social del ITESO, especialista en derecho al agua y políticas públicas, durante la Lectio Brevis (‘clase corta’) 'Cuidado de la Casa Común', correspondiente al periodo Otoño 2024. Ésta es una tradición centenaria en las universidades que marca el inicio del ciclo académico y que tiene un arraigo especial en las universidades jesuitas.
"La ética de la necesidad del agua nos iguala a todos y a todas –humanos y no humanos– en un delicado lazo azul, pero este lazo de necesidad está siendo alterado de forma dramática por las actividades humanas que han afectado profundamente las fuentes de agua: Extrayendo sin recargar, contaminando sin sanear, acaparando sin devolver, desviando sin encauzar, dañando sin resarcir y utilizando sin cuidar”, expuso el doctor Mario Edgar López Ramírez.
Manifestó la necesidad de entender el agua como un proceso y no como un recurso. Esta lógica revela “la delicadeza de nuestra relación con ella”. Permite entender que, al mover una pieza del proceso, se mueve el proceso entero. Gestionar el agua no es entonces desarrollar grandes obras hidráulicas (presas, plantas, redes, conectores, tuberías, sistemas y regadíos), porque la infraestructura no es en sí misma una fuente de agua.
Gestionar el agua es establecer nuevas maneras de aplicaciones tecnológicas y científicas, administrativas, políticas, económicas y culturales que correspondan al ciclo del agua, donde se debe incluir al ser humano. “El ciclo no es natural, es socio natural (…) No se trata de la mejor tecnología posible, se trata del mejor pensamiento posible”, expuso el doctor Mario.
Planteó que en el estudio complejo de la gestión del agua es necesario aplicar el principio de recursividad organizacional de Edgar Morin: El efecto es causa, pero también la causa es efecto. En ese sentido, considera a la humanidad no solamente como productora de contaminación, sino que también la contaminación produce a la humanidad: “Basta con ver la transformación genética que sufren muchos niños en las riberas de los ríos contaminados para entender que la contaminación está produciendo nuevos seres humanos, está transformando a la humanidad. No solamente la humanidad contamina, la contaminación nos transforma. Al contaminar nos contaminamos”.
El investigador del ITESO concluyó su Lectio Brevis con el planteamiento de siete frases para la reconstrucción del lazo azul; siete frases para la transformación del pensamiento con las cuales se podría avanzar en la idea de complejidad en la gestión del agua:
El agua no es un recurso, es un proceso.
“Cuando convertimos esa palabra (recurso) como un sinónimo del agua demeritamos toda la complejidad de la vida que implica el agua. Hemos llamado al agua recurso para poder traducirla en nuestros términos técnicos y económicos, la redujimos para poder dominarla”.
El agua es vida, pero también es muerte.
“Me gustaría que vieran la vida y la muerte expresada en la muerte, porque la muerte nos va a hacer sensibles al agua. ¿Qué contiene? ¿Qué transporta? ¿Cómo está su diseño químico biológico cuando la consumo? ¿Qué tecnología de administración de vida hace que el agua se mantenga como vida y qué tecnología de gestión del agua vuelve al agua muerte?
El río no es un canal, el mar no es un contenedor.
“El río y el mar comportan una complejidad de relaciones increíbles con sus lechos, con el ciclo, con la lluvia y el ecosistema. Hay una relación de implicación estrechísima con la vida (…) Cuando imaginamos a los ríos como canales y al mar como contenedor, estamos destruyendo el lazo azul”.
El ciclo del agua no es natural, sino socio-natural.
“Si no entendemos que el ciclo es socio natural, no vamos a comprender la acción humana sobre el ciclo. Es necesario que dejemos de dibujar el ciclo nada más con la lluvia, lo que sucede en el subsuelo y los arbolitos, tenemos que poner y dibujar a los humanos en el ciclo”.
La infraestructura no es la fuente del agua.
“Los objetos no son la fuente de agua. El agua no brota de las presas, de las llaves domésticas. Los acuaféricos no son flujos de agua subterránea y los tinacos no son ojos de agua ni manantiales. La infraestructura hidráulica son recipientes y tubos vacíos si no hay agua; sólo si tienen agua, tienen sentido las presas y los tubos”.
No toda el agua es visible, pero actúa.
“El 97% del agua dulce es subterránea. El agua que está debajo de sus pies necesita ser estudiada y entendida mejor, porque se nos ha vuelto invisible. ¿Cómo vamos a administrar lo que no se ve? ¿Se dan cuenta del reto del pensamiento?
El agua tiene poder.
“No es un poder cualquiera, es un poder económico, político y social. Un huracán de tres días como Otis –que acabamos de ver en Acapulco– retrasó el desarrollo de Acapulco alrededor de 30 años (…) El agua tiene poder y tenemos que reconocer la necesidad de pactar con ese poder. Así como hace 500 años, el mundo moderno desarrolló la idea de un pacto social entre hombres y mujeres libres, ahora tenemos que avanzar a un pacto socio-natural, tenemos que hablar con el agua y su poder”.
Mtro. Luis Alfonso González Valencia S.J., rector de la Ibero León; Dr. Mario Edgar López Ramírez, investigador Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social del ITESO.