El amor de Platón

Autor
Comunicación Institucional

Fecha

20 de agosto, 2018

"A morir por otro están decididos únicamente los amantes".

En la cita mensual del ciclo de Diálogos de Filosofía, se presentó el tema del amor desde la mirada de Platón y las distintas posturas planteadas en el Banquete.

La exposición estuvo a cargo del Dr. Javier Prado Galán S.J., Director General Académico de esta universidad quien planteó las posiciones expuestas en el Simposio convocado por Platón (385–370 a. C.)

"El Banquete nos sugiere dos grandes definiciones del amor. Por un lado, la más conocida, el amor como deseo de integridad. Definición puesta en boca de Aristófanes. El mito de los seres esféricos que fueron divididos por los dioses como castigo y que desde entonces penan buscando su otra mitad (mito de Aristófanes); pone de relieve la comprensión del deseo como carencia y la necesidad de definir el amor como deseo de unidad. Esta concepción parece emparentada estrechamente con la concepción cristiana occidental del amor monogámico e indisoluble del "ya no son dos sino uno" y "hasta que la muerte los separe".

En la segunda parte del diálogo, la sacerdotisa Diotima define el amor como generación y procreación en lo bello. Y vincula esta definición con la sed de inmortalidad que mueve nuestras acciones más nobles y con la invitación a contemplar la belleza en sí. "El amor es definido aquí no como tener hijos al estilo Gabino Barrera, sino cómo realizar obras trascendentales que nos inmortalicen, explicó el Doctor en filosofía".

Destacó el discurso de Fedro quien consideró que los que no tienen amor no tienen de qué arrepentirse, predomina un deseo hacia el cuerpo de los enamorados y que hay que compadecer a los amados, más que envidiarlos.

Fedro definió el amor como manía, entendida como locura, delirio o demencia. Hablaba de cuatro manías: la adivinatoria, la purificadora, la poética y la amorosa. Sugiere que la de mayor rango es la amorosa: La manía del amor lleva mano.

En su artículo La locura divina del amor, el Padre Javier Prado concluye: sin negar la riqueza de las posiciones que defiende el Banquete, hoy quiero subrayar que el amor es una locura, pero una locura divina. Esa afirmación incondicional y entusiasta del otro es demencial. Pero esa afirmación también es divina. Es, finalmente, de una fuerza similar o superior a la muerte, tal como lo sostiene el Cantar de los Cantares.